La educomunicación puede ser vista como el conjunto de fuerzas convergentes que valoran los procesos comunicativos en todo tipo de ambiente educativo, desde la intencionalidad que reconoce la riqueza comunicación en la experiencia educativa, que favorece la construcción de auténticos ecosistemas comunicativos que fundamentan la formación de genuinos interlocutores sociales con liderazgo, comprometidos con la propia historia, sus retos y desafíos.
El cómo de la educomunicación pasa por la opción consciente de ejercitar de forma articulada con la experiencia educativa misma el Diálogo activo, escucha asertiva, trabajo colaborativo.
Requiere intencionalidad, compromiso, coherencia con aquello que se quiere compartir, partiendo de la necesidad explicita de escuchar la verdad del otro, darle voz a quien no la tiene, entenderlo en su contexto y abrirse a las diferencias, para acoger lo diferente que enriquece el argumento.
Esta es la clave de la educomunicacion formar a la interlocución social, que fortalece pertenencia e identidad, que procura la interdisciplinariedad como posibilidad de diálogo que construye y promueve una mejor calidad de vida y relación desde el compromiso social y la identidad ciudadana, con la historia, con el entorno natural, con Dios y con los hermanos.,
La significatividad de los procesos depende sin lugar a duda de la capacidad de integrar miradas, de atreverse a dar espacio a lo diferente a lo que no podemos manejar, esto es, a la necesidad de convergencia en vista al bien común.
Desde este principio de integralidad es posible asumir la educomunicación como estrategia prioritaria de encuentro, desde la diversidad de énfasis que la debieran sostener, educación - comunicación, pastoral, formación, para nosotras las prospectivas de referencia, como tejido armónico de distintos enfoques que unifican la mirada en vista a la formación de la persona.
Desde aquí cobran sentido la formación en lo social, evangelizadora, cultural, comunicativa, son énfasis, partes articuladas de un todo que las complementa, gestando auténticas interlocutoras sociales comprometidas con el hoy de la historia que las necesita.
MUJER DE A PIE QUE ESCUCHA Y ACOMPAÑA
María Dominga Mazzarello, acoge el plan de Dios en su vida, comprende el motivo de su enfermedad y se convierte en la más tierna expresión del amor preventivo de quien la ama con amor eterno[1] para las niñas y jóvenes de su tiempo .Temeraria en sus decisiones, no dudó en tomar resoluciones audaces, proféticas, y en la propia sencillez de vida, resplandece la opción de caridad educativa vivida con radicalidad evangélica y alegría contagiosa.
La profundidad de su comunión con Dios y su entrar en la escuela de María la convierte en profeta de alegría y esperanza, integra en la simplicidad del cotidiano el trinomio salesiano que caracteriza el carisma: educación-Comunicación-Evangelización….atenta a las necesidades de su tiempo se embarca junto a otras jóvenes en un proyecto que responde a las urgencias concretas de niñas y jóvenes necesitadas.
Los problemas inherentes a la condición humana se convierten en desafíos que asume con humildad y gran confianza en Dios, enseñando a sus hijas que el secreto de la fecundidad apostólica se encuentra en la capacidad de integrar la complejidad de cada una de las dimensiones de la persona que la hacen “ser para el encuentro”.
Sensible a percibir el grito de ayuda de las jóvenes generaciones, responde en la escuela de Don Bosco con audacia y creatividad a las urgencias de su tiempo, un taller, un campo, una casa….un espacio para hacer germinar la vida en comunión, en el encuentro que respeta las diferencias empeñadas por formar en comunión con las hermanas interlocutoras sociales con rostro de evangelio, comprometidas con el cambio para la transformación.[2]
Mujer de a pie, que acompaña procesos confiando en la misericordia de Dios, que escucha con humildad las manifestaciones providentes de un Dios que ama, que acompaña con prudencia y cercanía las diferencias, promoviendo una autentica experiencia de cambio y unificación en hermanas, niñas y jóvenes, en un ambiente educativo de serena alegría.
El saber integrar estudio, alegría y piedad, trabajo, diversión y encuentro con Dios y la naturaleza, hace de la experiencia un auténtico ambiente educomunicativo que es hoy una oportunidad de revitalización carismática en fidelidad a nuestros fundadores.
[1] Cfr. Actas C.G. XXII FMA (2008) No 29.
[2] Cfr. Cronohistoria 2-3-4.
Formando ecosistemas educomunicativos en el cotidiano
La vida en Mornes transcurre cargada de intencionalidad educativa que mueve corazones y acerca la diversidad, enriquece el clima de escucha, de encuentro, de respeto a las diferencias, todo encuentra sentido desde la clara percepción de formar para la vida al encuentro con Dios, consigo misma, con las demás, encuentro que es respeto por la propia cultura, por las ciencias humanas, el contacto con a naturaleza y el respeto por lo diferente.
Enriquecer la diversidad de la experiencia educativa en una sola corriente que integra la vitalidad de aprender a aprender desde las mediaciones, la expresión, el arte, el silencio, la oración, el compromiso social, en sereno equilibrio, la experiencia parte ayer como hoy de “una concepción de persona y de sociedad que se inspira en los valores evangélicos y que entra en diálogo respetuoso y constructivo con otras maneras de concebir la vida” [1] la armonía con lo diferente hace que la lógica de los procesos perfile la concreción de la misión educativa “dadme almas y llévate lo demás”.
El testimonio de María Dominga y de la primera comunidad de Mornes es hoy para cada uno de los miembros de las comunidades educativas salesianas en el mundo, espacios integrados, interdisciplinarios, convergentes, respetuosos de las diferencias, en donde es posible educar y comunicar, construyendo una sociedad con rostro de evangelio, desde la convivencia de las diferencias que opta con renovada conciencia y compromiso ciudadano, por ser solidarios con quienes tienen menos recursos económicos, sociales y comunicativos.
Asi “Estamos llamadas a encontrar caminos concretos para llevar adelante una presencia evangélica educativa en sintonía con nuestra identidad salesiana y con las expectativas de los jóvenes. El cambio rápido que caracteriza nuestro tiempo nos pide avanzar por caminos evangélicos fieles al carisma salesiano, es decir, fieles a los jóvenes y dispuestas a examinar continuamente los signos de los tiempos.”[2]
[1][1] Cfr. LOME pg.44
[2] Actas C.G. XXIII No 9
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Trinidad Urrea (martes, 11 agosto 2020 16:49)
ES muy interesante leer a Madre Mazzarello desde la identidad educomunicativa por su apertura al diálogo y a los signos de los tiempos.
CAMILA QUEVEDO (miércoles, 04 diciembre 2019 13:25)
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